STAND BY ME DORAEMON, Takashi Yamazaki, Ryûichi Yagi

No sin Doraemon

La primera vez que descubrí a Doraemon fue un sábado por la mañana viendo dibujos con mi sobrino de entonces 5 años y su padre; ambos miraban embobados la pantalla y se reían al compás fijándose en un gato azul más grande que el niño al que acompañaba y las aventuras que corrían juntos. Cuando me fijé bien y vi que ese extraño gato sin orejas sacaba de un bolsillo blanco que tenía en la barriga todos los artilugios y herramientas necesarios para sacar de apuros a su dueño, me dije: “yo quiero a un Doraemon”, y me uní a ellos frente al televisor.

 

Manga creado en 1969 por Hiroshi Fujimoto y Motoo Abiko bajo el seudónimo de Fujiko Fujio, se convirtió en ser animado televisivo en los 70 y ha pasado por la gran pantalla en más de treinta ocasiones, aunque esta es la primera vez que lo hace en formato de animación digital y muy conseguido.

 

La película nos presenta en su primera escena una imagen muy representativa de nuestro protagonista – Nobita- y que se repite mucho en la serie de dibujos en la que se basa, se trata de “una burbuja de mocos que le sale de la nariz a nuestro héroe mientras duerme profundamente ajeno a la realidad”. Se despierta sobresaltado cuando su supuesto tataranieto – viene del siglo XXII- sale del cajón de su escritorio diciéndole que su futuro pinta muy mal, que va a ser un pobre desgraciado y que para poderlo solucionar, por el bien de todos, le va a dejar a su mascota, este gato robot cósmico azul que la ayudará a ser mejor persona, a tener éxito y sobre todo a ser feliz y cuando lo sea, Doraemon podrá abandonar la tierra y volver al futuro al que pertenece.

 

Conforme pasa la película nos damos cuenta que Nobita es un vago y un llorón – las lágrimas salen como un chorro a propulsión de sus ojos sin ningún control cada dos por tres- que busca siempre solucionarlo todo por el camino fácil y rápido y al que Doraemon pese a que intenta ayudarle aconsejándole, acaba proporcionándole gadgets futuristas que Nobita utilizará para su propio provecho vengándose de sus enemigos – Takeshi “Gigante” o Suneo-, o presumiendo también frente a éstos y sobre todo frente a la niña de la que está enamorado, Shizuka.

 

Los inventos varían desde un “gorro-cóptero”, mi favorito, que le permite volar con una gorra con hélice, a la “capa invisible” que hemos visto en la saga de Harry Potter, o la “puerta mágica” (máquina del tiempo), etc. Herramientas que me transportaron a mi infancia y a la bolsa deportiva de Sport Billy, de la que también salían todo tipo de objetos para ayudarle en su misión de promover el trabajo en equipo, el deporte y luchar contra los malos.

 

Los niños que vieron la película conmigo la disfrutaron mucho, aunque el tema de “la búsqueda de la felicidad” no iba con ellos. Todos disfrutamos con los inventos y con las aventuras de estos niños japoneses que sueñan e invitan a soñar a muchas generaciones. Y si en el pasado quería la bolsa de Sport Billy, ahora quiero a un Doraemon.

5 Comentarios

  1. La pregunta es…¿quién no quiere un Doraemon? 🙂

    Si ya quería ver la película, con tu adorable arranque de crítica ¡has terminado de convencerme!

    Sin embargo, al igual que me pasó a mí en la crítica de Los Pingüinos, echo en falta alguna alusión al tipo de animación. Por ejemplo, al enterarme de que era por ordenador, y no «de dibujos», me entró la duda de si funcionaría de la misma manera. ¿Qué sensación te causó la película a este nivel?

    Gracias por el aporte 🙂

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  2. Querido Yago, jajaja, claro, ¿quién no querría un Doraemon? Gracias por tu comentario y por indicar que efectivamente, no he hablado de la animación de la cinta. La verdad es que vi a los personajes “más vivos” con esta animación frente a lo que estoy acostumbrada en la televisión. Los colores son más atrayentes; los fondos son muy planos y los personajes aparecen mucho más redondos, con lo que sobresalen bastante en el plano. Se mantienen los diseños del dibujo original, pero se aprecian más quizá sus expresiones faciales exageradas y sobre todo los ojos están muy bien hechos. He leído que en algunas escenas, como en la casa de Nobita – especialmente en su dormitorio-, los fondos son maquetas reales en miniatura, sobre las que se insertan los personajes animados digitalmente. Y destaco la escena en la que Nobita usa por primera vez el “Gorrocóptero” volando por la ciudad a gran velocidad y con muchos zoom, recordándome a “Cómo entrenar a tu dragón”. No te puedo decir más porque realmente no veo mucha animación, seguro que Jordi nos lo aclara. Un abrazo,
    Pilar

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  3. Buena crítica: nostálgica como la película, de hecho. Se me ha adelantado Yago al reclamarte lo que iba a reclamar yo: menos argumento y más análisis de la forma.

    Lo interesante del trabajo de animación de la película lo explicas en el comentario: la adaptación de los diseños originales a la tridimensionalidad de la animación digital. Solemos estar acostumbrados a que la animación digital sea cada ´vez más detallada e hiperrealista, pero esta es sintética y esquemática (como lo será la de la anunciada película de los Peanuts) y la verdad es que funciona muy bien y abre nuevas posibilidades estéticas en el diseño de futuras películas. De hecho, hay toda una tendencia ya en este sentido: la de Peabody y Sherman era otro buen ejemplo.

    Una corrección: cuando escribes «Manga creado», lo suyo hubiese sido escribir «Personaje manga creado».

    Y una precisión: la capa invisible de Doraemon existe desde muchos años antes que la de Harry Potter.

    un abrazo,

    jordi

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